25 Nov SECUESTRO AMIGDALAR
TRANQUILIZA A TU AMÍGDALA
¿Podemos contar con los dedos de una mano las ocasiones en
las que hemos perdido el control ante una situación concreta?, Me temo, que
hacen falta muchos dedos para contabilizar esos ratos de estallidos emocionales inapropiados, e
inundados de reacciones impulsivas dominadas por el descontrol.
las que hemos perdido el control ante una situación concreta?, Me temo, que
hacen falta muchos dedos para contabilizar esos ratos de estallidos emocionales inapropiados, e
inundados de reacciones impulsivas dominadas por el descontrol.
Y es que hemos sido
víctimas de un secuestro amigdalar, ese momento preciso donde nos dejamos llevar
por reacciones excesivas de ira, miedo, angustia y reaccionamos con
comportamiento dañinos para nosotros y nuestro entorno.
víctimas de un secuestro amigdalar, ese momento preciso donde nos dejamos llevar
por reacciones excesivas de ira, miedo, angustia y reaccionamos con
comportamiento dañinos para nosotros y nuestro entorno.
Visitemos el centro de operaciones, nuestro cerebro, y
desgranemos a groso modo el sentido de ese desencadenamiento de reacciones inapropiadas.
desgranemos a groso modo el sentido de ese desencadenamiento de reacciones inapropiadas.
Dos protagonistas, uno
es el centro ejecutivo del cerebro, el córtex prefrontal, donde se
gestionan las decisiones voluntarias, el razonamiento, la flexibilidad de
respuestas, y otro la amígdala, centro
nervioso que gestiona las reacciones emotivas y los recuerdos.
es el centro ejecutivo del cerebro, el córtex prefrontal, donde se
gestionan las decisiones voluntarias, el razonamiento, la flexibilidad de
respuestas, y otro la amígdala, centro
nervioso que gestiona las reacciones emotivas y los recuerdos.
La amígdala es como
un centinela que detecta peligros, por ello, cuando nos encontramos ante un
estímulo que pueda desencadenar un
desbordamiento emocional, este centinela dispara la voz de alarma, apresa
nuestra atención ,y la dirige hacia el peligro en cuestión. Como consecuencia, se activa una respuesta de lucha, huida o paralización
que desde el punto de vista cerebral ,significa que la amígdala ha tomado el mando y ha invadido el dominio
del córtex prefontal , inhibiendo así los procesos de racionalización de la
situación que estamos viviendo.
un centinela que detecta peligros, por ello, cuando nos encontramos ante un
estímulo que pueda desencadenar un
desbordamiento emocional, este centinela dispara la voz de alarma, apresa
nuestra atención ,y la dirige hacia el peligro en cuestión. Como consecuencia, se activa una respuesta de lucha, huida o paralización
que desde el punto de vista cerebral ,significa que la amígdala ha tomado el mando y ha invadido el dominio
del córtex prefontal , inhibiendo así los procesos de racionalización de la
situación que estamos viviendo.
Pero la amígdala se equivoca, no siempre, pero se equivoca,
porque reacciona inmediatamente, ante la
pequeña fracción e imprecisa información que recibe de lo que vemos y
oímos, ya que el mayor peso de esa información visual y auditiva se dispersa en
otras zonas del cerebro que tardan más en analizar la información ydan como resultado una evaluación, más
rigurosa y efectiva para concretar si realmente ese estímulo era un peligro
real o simbólico.
porque reacciona inmediatamente, ante la
pequeña fracción e imprecisa información que recibe de lo que vemos y
oímos, ya que el mayor peso de esa información visual y auditiva se dispersa en
otras zonas del cerebro que tardan más en analizar la información ydan como resultado una evaluación, más
rigurosa y efectiva para concretar si realmente ese estímulo era un peligro
real o simbólico.
Así que cuando nos digamos “me estoy poniendo de los nervios”,
“me va el corazón a mil” “el estómago me gruñe”, sabremos que estamos en la
antesala del estallido emocional, y ese es
el momento idóneo para detectar e identificar, cuestionar si realmente hay
evidencias para que diga o haga algo de lo que después me arrepienta, es el tiempo
clave para reducir la respuesta mecanizada y precipitada que no deseo.
“me va el corazón a mil” “el estómago me gruñe”, sabremos que estamos en la
antesala del estallido emocional, y ese es
el momento idóneo para detectar e identificar, cuestionar si realmente hay
evidencias para que diga o haga algo de lo que después me arrepienta, es el tiempo
clave para reducir la respuesta mecanizada y precipitada que no deseo.
Cuando somos conscientes de ello ,es interesante buscar un
mecanismo de escape que regule la intensidad de esa emoción que ha estado a
punto de desbordarnos. ¿Cómo? Cualquier acción que a ti te provoque
tranquilidad, calma, quizás respirar profundamente, en definitiva relajarte porque así tu amígdala entienderá que
la amenaza ha desaparecido, y dejará su espacio, para que la parte del cerebro
más racional genere autocontrol y armonice la situación.
mecanismo de escape que regule la intensidad de esa emoción que ha estado a
punto de desbordarnos. ¿Cómo? Cualquier acción que a ti te provoque
tranquilidad, calma, quizás respirar profundamente, en definitiva relajarte porque así tu amígdala entienderá que
la amenaza ha desaparecido, y dejará su espacio, para que la parte del cerebro
más racional genere autocontrol y armonice la situación.
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